En 1923, un asesor de imagen del partido nazi sugirió a Hitlet que debía afeitarse el bigote, o bien, dejárselo crecer con normalidad, tal y como lo hacía el resto de la gente. Hitler le contestó: “no se preocupe por mi bigote. Si no está a la moda actualmente, lo estará más tarde, sencillamente porque yo lo llevo así”.
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