El papa Benedicto XIII se negaba a renunciar a su cargo eclesiástico, a pesar de lo acordado en el Concilio de Constanza. Finalmente se retiró, volviendo a España, al Castillo de Peñíscola, donde moriría en 1423 y allí mantuvo un pequeño grupo de apoyo y siguió llamándose a sí mismo papa Benedicto XIII.
Y por esta cabezonería y por ser el XIII el guarismo asociado a su nombre papal, es por lo que tenemos hoy en nuestro lenguaje la expresión “seguir en sus trece”, que como ustedes saben se usa precisamente para referirse a alguién obstinado y empeñado en algo.

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