Ya existía en Mesopotamia y Grecia, pero la práctica de consultar las entrañas de los animales para adivinar el porvenir, la tomaron los romanos de los etruscos y fue aceptada oficialmente por el Senado en el siglo II a.C.
En la época de Augusto, la mayoría de los romanos creían en la hepatoscopia etrusca, pero se criticaba mucho la griega. Por ejemplo, se acusaba a Alejandro Magno de mandar imprimir unas letras en las manos de los adivinos, para que al tocar las entrañas se quedaran pegadas a ellas y le dieran los augurios convenientes.

No hay comentarios: