El cordelero

Para resolver problemas de la vida diaria como atar, asegurar o colgar, los hombres han utilizado tradicionalmente fibras vegetales que, debidamente torcidas y formando un solo cuerpo de longitud, grosor y flexibilidad variable, son conocidas como cuerdas. Inicialmente la primera materia utilizada fue el cáñamo obteniéndose cordeles de donde tomaron su nombre los artesanos especializados en su fabricación. No deja de ser curioso que con esta denominación también eran conocidos los frailes franciscanos debido al cordón blanco y con nudos con que ceñían su hábito.

En la fabricación de las cuerdas, al cáñamo se unieron entre otros el esparto, el lino, el sisal, el yute, y la rafia, manteniéndose en lo básico las tecnologías tradicionales. La introducción de nuevos materiales (nailon, polietileno, etc.) ha supuesto cambios sustanciales.

La generalizada utilización de las cuerdas en un gran número de acti­vidades, (agricultura, navegación, pesca, construcción, industria, etc.) dieron lugar a la proliferación de cordelerías como lo atestiguan no solo numerosas documentos del pasado sino los nombres de calles y plazas de nuestros pueblos.

Preparación de los materiales.

Son numerosos los vegetales con estructura adecuada para obtener fibras textiles con que fabricar cuerdas siendo el cáñamo el más adecuado y utilizado.

Tras su siembra y hacia el final del verano cuando el brote empieza a tener un color amarillo se inicia la recogida de las cañas que agrupandolas en haces se sumergían en agua hasta lograr un cierto grado de pudredumbre y poder proceder al agramado es decir la separación de las fibras del cuerpo de la cañamiza (el desperdicio). Solo una gran experiencia permitía determinar la duración de la inmersión (entre cuatro y doce días) que dependía sobre todo del grado de maduración y de las condiciones medioambientales. Terminada esta operación se procedía al secado apoyando las haces unas contra otras para posteriormente y tras su desatado extenderlas en el suelo. Este sistema es el más económico, aunque también se han utilizado el vapor de agua y los baños electrolíticos.

La separación de las fibras que van a constituir la hilaza se hacía a mano aunque también por procedimientos con alguna mecanización, obteniéndose el cerro o cáñamo bruto que contiene pequeños fragmentos de cañamiza que se separaban por espadillamiento, operación que consiste en separar dichos pedazos por medio de una espadilla.

Casi limpio el cáñamo se peinaba haciéndolo pasar por puntas afiladas de acero, con lo que acaba de perder los restos de cañamiza con lo que adquiere mucho mayor suavidad precediéndose a la separación de los que sirven para fabricar cuerdas o solamente para estopa.

La fabricación tradicional.

La fabricación de cuerdas se ha realizado en nuestro País, en el pasado, al aire libre debido al espacio que requería esta actividad. Generalmente se trataba de lugares específicos situados fuera de los centros urbanos.

Al cordelero le ayudaba un aprendiz, casi siempre un niño y cuya función fundamental era darle movimiento a la rueda.

Su primera tarea era llevar al lugar a trabajo los útiles necesarios y montar las instalaciones que básicamente eran la rueda de madera con una cuerda alrededor (llamada cuerda doble) que movía las poleas, varios soportes, gancho para torcer que dirige el material, la trompa de boj o castaño (donde los hilos que van a formar la cuerda se van retorciendo entre sí), "lometas" para recoger los rollos y varias cuchillas y tijeras.

El cordelero reunía alrededor de su cintura los manojos de cáñamo de los cuales tomaba una hebra que retorcía, obteniendo el primer hilo,amarrándolo en el gancho de la rueda, que recibía el movimiento de rotación por medio de un torno accionado manualmente por el aprendiz. Mientras caminaba hacia atrás, el extremo del hilo así formado se va estirando, y sacando hebras de cáñamo de su cintura que se van retorciendo sobre sí mismas formando el hilo. Con la mano izquierda va dando salida (alimentando) al cáñamo en cantidad suficiente para que el hilo resulte del diámetro deseado, en tanto que con la derecha, en la que tiene un trapo de lana, va apretando el hilo así formado. La mayor o menor torsión del hilo obtenido, depende de la velocidad con que el cordelero retrocede y giran el gancho y la rueda. Finalmente, uniendo y retorciendo varios hilos obtiene las cuerdas deseadas cuyo grosor depende del número de hilos utilizados.

Cuando se llega a la longitud deseada se arrolla en las "tornetas" formadas por dos gualderas en cruz y unidas por travesaños de madera y tirantes de hierro y al cual por medio de un eje soportado por dos cojine­tes se le da movimiento de rotación.

Este oficio requería una notable habilidad y larga experiencia pues del tacto de las manos y del ritmo con que avanza el cordelero depende en buena medida la calidad del producto obtenido.

La consideración social de estos artesanos ha sido buena, lo contrario de la retribución que percibían si se tiene en cuenta los requerimientos necesarios y las condiciones de trabajo (al aire libre) pues hacia los años cincuenta un cordelero experimentado ganaba unas 300 ptas. y el ayudante 75, a la semana.

La cordelería tradicional puede decirse que casi ha desaparecido víctima de su inviabilidad económica derivada de la industrialización y de la disminución de la demanda de cuerdas, así como de las duras condiciones en que se llevaba a cabo.

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